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Villamuriel de Cerrato, una joya oculta en el corazón del Cerrato Palentino, se alza con orgullo al sur de la provincia de Palencia. Aunque su aspecto actual refleja una ciudad industrial vibrante, con más de un centenar de empresas que impulsan su economía, Villamuriel guarda celosamente los vestigios de su pasado glorioso. Aquí, la historia y la modernidad conviven en una armonía única, como un libro antiguo cuyas páginas aún se siguen escribiendo. Esta localidad es un ejemplo perfecto de cómo un lugar puede evolucionar sin perder su esencia, conservando su alma medieval mientras se adapta a los tiempos modernos.
Lo primero que atrapa la mirada del viajero al llegar a Villamuriel es la majestuosa Iglesia de Santa María la Mayor, un verdadero monumento protogótico que se alza con una solemnidad imponente en el centro del pueblo. Su torre, visible desde la lejanía, parece un faro que guía a los curiosos hacia su historia templaria. Este antiguo convento cisterciense, que data del siglo XIII, es una obra maestra que mezcla elementos románicos y góticos en una fusión perfecta de épocas y estilos. Entrar en esta iglesia es como atravesar un portal hacia la Edad Media; las piedras cuentan historias de caballeros y templarios, de tiempos en que este lugar era un refugio para aquellos que buscaban fe y protección. Su carácter defensivo, similar a otros templos como el de Valbuena, aún se percibe en sus muros, y cada rincón parece guardar secretos ancestrales que solo el viajero más atento podrá descubrir.
Pero Villamuriel de Cerrato no se detiene en su impresionante patrimonio religioso. Aquí, el Canal de Castilla – otro Bien de Interés Cultural (BIC) – atraviesa sus tierras, como un testigo silencioso del esplendor industrial que una vez dominó esta región. Caminar por sus orillas es recorrer la historia de la ingeniería del siglo XVIII, cuando este canal fue una arteria vital para el comercio de la época. La esclusa 33, con su antigua casa de esclusero aún en pie y los viejos almacenes que una vez albergaron mercancías y sueños de progreso, es un recordatorio palpable del esfuerzo humano por dominar la naturaleza y crear vías de comunicación que cambiarían la historia de la región. Es un lugar de paz y reflexión, donde el agua fluye lentamente, como si no tuviera prisa, recordando los tiempos en que era una autopista líquida para los barcos de mercancías.
La gastronomía también es una parte esencial de la identidad de Villamuriel. El pan de Villamuriel, famoso en la región, es algo que no se puede dejar pasar. No hay nada como una hogaza recién salida del horno para conectar con las raíces más profundas de esta tierra, donde el trigo y la harina son sinónimos de vida. Y, si tienes la suerte de pasar por el Horno de Ángel, no puedes marcharte sin probar su fabiola, una delicia local que ha conquistado paladares durante generaciones. Es el tipo de alimento que no solo sacia el hambre, sino que alimenta el alma con cada bocado, evocando la tradición y el saber hacer de los panaderos que han perfeccionado su arte a lo largo de los años.
Otro de los tesoros escondidos de Villamuriel es el Monasterio de Santa Clara, una joya de la arquitectura mudéjar que ha resistido el paso del tiempo. Con su única nave y los relieves de yeserías en su interior, este lugar sagrado alberga uno de los retablos barrocos más impresionantes de la región. La luz que se filtra a través de las ventanas crea un ambiente casi místico, bañando las tallas y los detalles dorados del retablo en un brillo cálido que parece transportarte a otra dimensión. Es un lugar que invita al recogimiento, donde la espiritualidad y el arte se entrelazan de manera sublime.
Sin embargo, Villamuriel de Cerrato no solo es conocido por su patrimonio monumental y su gastronomía. Esta localidad es también el escenario de una de las tradiciones más emocionantes y antiguas de Castilla y León: el Auto del Nacimiento de Nuestro Señor, una representación teatral que data del siglo XV y es considerada la primera obra dramática en castellano de autor conocido. Escrita por el dramaturgo palentino Gómez Manrique, tío del célebre Jorge Manrique, esta obra es un verdadero tesoro cultural. Cada año, durante el mes de diciembre, Villamuriel revive esta tradición con una representación que transporta a los espectadores al pasado, a un tiempo en que el teatro era una de las principales formas de transmisión de historias y valores. Declarada Fiesta de Interés Turístico de Castilla y León, esta celebración no solo es un evento cultural, sino una vivencia cargada de emoción y fervor que une a toda la comunidad en torno a su historia y su fe.
Villamuriel de Cerrato es un lugar donde cada rincón cuenta una historia, donde la belleza de lo antiguo se mezcla con la energía de lo moderno, y donde las tradiciones aún laten con fuerza. Es una tierra que, aunque ha evolucionado hacia una realidad industrial, nunca ha dejado de lado su pasado medieval ni sus raíces profundas. Visitar Villamuriel es como sumergirse en una narrativa viva, un cuento que se despliega ante los ojos del viajero y lo envuelve en una atmósfera de historia, cultura y emoción. Es un lugar que no se olvida fácilmente, que deja una huella imborrable en el corazón de quienes lo descubren, un rincón de Palencia donde el pasado y el presente conviven en perfecta armonía.
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